De las noches en Gunilla a los desayunos con granola

De las noches en Gunilla a los desayunos con granola

Hubo una época en la que mi semana giraba alrededor de los jueves en ISTAR, los viernes en Rubikon y los sábados en Gunilla. Salir, arreglarse, bailar hasta tarde y dormir con el maquillaje puesto era lo normal. Y claro, el domingo era para sobrevivir.

Hasta que, sin darme cuenta, empecé a cambiar. Ya no me emocionaba tanto salir hasta las 5 a. m., sino levantarme temprano el sábado y sentirme bien. El “nos vemos en la pista” se convirtió en “nos vemos en Casa Barre a las 10”. Y la verdad… fue el mejor cambio que pude hacer.

Poco a poco, los planes cambiaron: cenas tranquilas en Gabo’s, una mesa en Akiro, una copa de vino en La Máquina. La música seguía, pero más bajita. La conversación era mejor, la comida más rica, y el cuerpo —por fin— agradecido. Ya no era una cuestión de “portarme bien”, sino de escucharme. De notar cómo me sentía al día siguiente: con energía, con ganas de moverme, con la mente clara. Y eso se volvió adictivo.

El domingo ya no era para curar la noche anterior, sino para reiniciarme. Me levantaba temprano, ponía un poco de música, me hacía un bowl con TATI Granola, yogur y fruta, y salía a caminar por el Retiro o iba a clase en Lucís Fithouse, Casa Barre o Barry’s. Esa sensación no se compara. Te sientes viva, fuerte, presente. Y tu cuerpo empieza a responder: duermes mejor, tu piel mejora, la ansiedad baja y la energía sube.

No es casualidad. Estudios de la Universidad de Columbia han mostrado que reducir el consumo de alcohol mejora la función hepática, la calidad del sueño y la claridad mental en cuestión de semanas. Y la ciencia también lo confirma: hacer ejercicio regular aumenta la liberación de endorfinas y serotonina, las hormonas que literalmente te hacen sentir feliz y equilibrada (Frontiers in Psychology, 2021). Así que no, no es solo “sentirse bien”. Es tu biología reequilibrándose.

Lo que antes era rutina —cócteles, madrugadas, desvelos— ahora se reemplazó por otro tipo de placer: el de sentirte bien contigo misma. Dormir bien, comer bonito, moverte cada día. El bienestar dejó de ser una moda y se volvió un estilo de vida. Y lo más bonito de todo es que no hay sacrificio, hay elección. No estás perdiendo “la diversión”; estás descubriendo una forma nueva de disfrutar.

Ahora celebro diferente. No con shots, sino con un brunch largo, buena compañía y mi bowl favorito de granola, yogur y fruta. Porque aprender a disfrutar sin excesos también es una forma de crecer. Y si este cambio de mentalidad tuviera sabor, sin duda sabría a granola: dorada, natural, sencilla y hecha con amor.

Porque la felicidad también está en lo simple: una buena clase, una cena rica y un desayuno que te hace sentir bien contigo misma.